Tener en el cajón
de los forros
al lado, un cuchillo
filoso, pequeño, maleable
por si a mi amante se le ocurre
algo que yo no quiera
y aprender a cortar
que es lo que más me cuesta
no fui hecha para amar entre puñales
no deseo encarnar la pesadilla
prefiero la blancura de las lunas en mis sábanas(…)
Florencia Piedrabuena
Por Sol Amancay
Por quinto año consecutivo este 3 de Junio aparece en escena otra vez el cuerpo político de millones de mujeres, travestis, trans y disidencias, llevando a cabo una de las más importantes movilizaciones de nuestro país, que en sus inicios fue un grito de auxilio que dio nacimiento al paradigmático “Ni una menos”. Afortunadamente hoy el feminismo encabeza una de las luchas más ejemplificadoras de organización dentro la historia, con un pliego de reivindicaciones bien definido, que no solo interpela y conmueve a la sociedad con consignas tales como “Basta de violencia machista” o “Se va a caer”, sino que pasa al plano de la acción, denunciando a un Estado ausente y perpetuador del patriarcado, cuyo accionar desampara a millones de mujeres que mueren a causa de abortos clandestinos, además de negar contención y asistencia a niñxs, ancianas y víctimas de violencia de género.
Silvia Federici, filósofa y activista feminista italiana del siglo XX y el actual, en su libro El calibán y la bruja sostiene que ontológicamente se nos ha negado la categoría de “ser humano”, dado que la definición aristotélica de ἀνθρωπο, anthrōpo ‘hombre’, con la idea de animal racional, libre y político, que luego marcará la forma de pensarnos como ciudadanxs, sólo fue pensada para un sujeto con derechos, es decir, los hombres; pues mujeres, esclavos y niños no cumplían con dichos “beneficios”. Por lo tanto, podríamos pensar que recién en el siglo XXI hemos logrado poner en jaque masivamente una forma de pensarnos dentro de la realidad que arrastramos hace millones de años. Cuánta descalificación y prohibición de nuestra propia psykhe tuvimos que vivir para anclarnos y hacer carne una realidad que hasta no hace mucho estaba completamente naturalizada, ¿verdad? O vamos a creer que en algún tipo de sociedad se sancionó la violación, la tortura y los femicidios, como se hace actualmente en la nuestra. El avance y los derechos obtenidos, los logramos por medio de nuestras luchas, que claramente no nacieron ayer. Nada cayó del cielo ni tampoco nos lo trajo una líder carismática, canonizada por el mesianismo cristiano que manejamos cotidianamente en nuestros discursos; esto lo logramos juntas.
No queremos andar con miedo, ni tener en el cajón de los forros, al lado, un cuchillo filoso, pequeño, maleable por las dudas; queremos caminar, relacionarnos con amigos, compañeros o amantes sin sentir que podemos salir lastimadas. Somos la punta de la lanza y estamos afiladas, nos hacemos cargo del momento histórico que nos toca vivir. Y bajo ningún motivo vamos a recular en este camino, donde la vanguardia es nuestra y de las disidencias. Cada día que pasa nuestros cuerpos y formas de pensarnos dentro de esta sociedad capitalista y patriarcal se reinventan, o como esta de moda decir ahora “se deconstruyen” y revolucionan el mundo, interviniendo un imaginario milenario.
Irónicamente se puede afirmar la existencia de otros tipos de violencia que tienen “la mano invisible”, puesto que dejar morir de hambre a las ancianas en situación de vulnerabilidad con la quita de la «ley de jubilaciones de amas de casa», los travesticidios, la trata de mujeres y ninxs pobres con complicidad de la policía para el consumo de prostitución, la doble moral de un supuesto Estado laico que obliga a parir a niñas de entre diez a doce por demanda de la Iglesia Católica; son algunos de los puños atroces que no se notan a simple vista, pero dejan marcas irreversibles que tenemos que pagar con nuestras vidas.
Por eso mismo el 3 de junio paramos y salimos a la calle a denunciar al actual gobierno, que mercantiliza nuestro cuerpos y nos mata todos los días con sus políticas neoliberales, el cual ve cifras en lugar de seres humanos. Ya nos decía nuestra hermosa compañera travesti, Lohana Berkins: “En un mundo de gusanos capitalistas hay que tener mucho coraje para para ser una mariposa”.
No queremos ser más esta humanidad,éste “Ni una menos” salimos a la plaza y gritamos bien fuerte “Vivas y libres nos queremos”, “Basta de travesticidios” “Basta de homo, lesbo, trans fobia” “Aborto legal, seguro y gratuito en el hospital”. Es posible transformar la historia, solo hay que despertar de tanta doctrina patriarcal; que las manzanas de las brujas nos den energía para seguir luchando y no un letargo eterno a la espera de un príncipe azul que nunca va a llegar. Al patriarcado lo tiramos como princesas rebeldes, con organización y un movimiento feminista consciente que cada día crezca más y más.